¿Cómo fue el tratamiento y la recuperación?
«Estuve hospitalizado en la unidad de agudos un mes y medio, muy por encima de la media en estos casos, y luego pasé a hospitalización parcial. Fui mejorando poco a poco, gracias sobre todo a la medicación, pero también con un trabajo individual importante. Al principio tuve mucha ansiedad y me costó mucho perdonarme a mi mismo. El estado en el que me encontraba hacía que no pudiera expresar las emociones, quería reír y no podía.
Me ayudó también mucho el Servicio de Atención Espiritual y Religiosa (SAER) de San Juan de Dios, pues tuve conversaciones muy profundas sobre la vida, trabajé mi estado emocional y también me ayudó a expresar los sentimientos.
Cuando salí del ingreso, fui a casa de mis padres. Entonces aún oía conversaciones que hablaban de mi, estaba muy interpretativo con todo lo que se decía a mi alrededor, no estaba aún estable. Pero al día siguiente volvía a salir, e iba superando estos retos poco a poco, sabiendo que lo que percibía no era real. No es un proceso fácil ni rápido. Y ahora aún sigo con el tratamiento y la medicación, aunque con una dosis muy baja».
¡Lo pasas fatal! ¡Es como si fueras el protagonista de una película de miedo! Los tres últimos días ya no podía ni dormir de la tensión que tenía».