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Clara Rubio Chumillas. Presidenta de la Associació Catalana per a la Prevenció del Suïcidi

«Las familias vienen agotadas, con miedo y con una información muy dispersa»

Marta Aragó
Marta Aragó Vendrell
Periodista. Coordinadora de contenido
SOM Salud Mental 360
Clara Rubio

ACPS nace tras la experiencia propia de varias personas que habéis vivido la muerte por suicidio de un familiar cercano. ¿Qué os hizo ver que era necesaria una asociación como esta?

«La asociación nació en 2012 a causa de la sensación de soledad que vivimos los supervivientes, no solo tras la muerte por suicidio de nuestros familiares, sino en todo el proceso previo, desde entender cuál era nuestro rol tras una tentativa y cómo podíamos acompañar a la persona en esa situación, hasta el poco apoyo que recibimos después. Y en ese momento de soledad, diferentes personas fuimos conectando y decidimos crear la asociación para ayudar a otras personas que estén pasando por un momento similar y darles herramientas para que puedan hacer una mejor intervención desde el ámbito familiar». 

La palabra superviviente supongo que ya nos da una idea de la complejidad del duelo por suicidio. ¿Por qué se trata de una pérdida podríamos decir más complicada o traumática?

«La palabra superviviente va asociada al duelo de una persona que ha perdido a un ser querido por suicidio, que puede llegar a ser patológico. Y es probablemente uno de los duelos más complicados, por el estigma, por la incomprensión muchas veces de los propios familiares para entender esta muerte y por el impacto que tiene en ellos, que a menudo se sienten responsables y con un sentimiento de culpabilidad. La palabra superviviente intenta recoger que somos personas que necesitamos también un acompañamiento muy diferenciado para poder transitar en este proceso de duelo a través de la aceptación y que no llegue a ser un duelo patológico,que somos un colectivo vulnerable en este proceso doloroso y emocional que puede acabar con una conducta suicida». 

Vuestra asociación va dirigida, no a los supervivientes, sino a las familias o al entorno que convive con personas en riesgo de suicidio. ¿Qué pueden encontrar en esta asociación? ¿Cómo podéis ayudar a estas familias?

 

«Somos la única asociación que ofrece estos espacios de acompañamiento en el momento previo. Trabajamos mucho desde la prevención, y nos suele contactar el entorno más cercano de personas que están en una situación de mucho dolor emocional y que verbalizan ideaciones de muerte o bien que ya han pasado por una tentativa. Pero también atendemos a cualquier persona que esté preocupada por alguien que verbaliza un deseo de morir. ¿Qué encuentran en nuestro espacio? Primero, una atención muy individualizada, es decir dedicamos mucho rato a escuchar la historia de cada familia y el contexto que está viviendo. Y, a partir de aquí, les ofrecemos unas sesiones en grupo con otros familiares que pasan por la misma situación, en las que intentamos perder el miedo a hablar de suicidio, hablamos de la conducta suicida, de las probabilidades y de los factores de riesgo y de protección.

En la asociación acompañamos y damos herramientas a las personas que conviven con alguien en riesgo de suicidio, para que puedan ofrecer una mejor intervención desde el ámbito familiar.

También les ofrecemos toda la información sobre el sistema sanitario, para que entiendan su complejidad, conozca todos los protocolos y recursos que existen y se vincule a ellos. En otra de las sesiones hablamos de cómo abordar conversaciones de riesgo, qué rol debemos tener como familiares cuando la persona nos verbaliza o expresa este malestar, es decir, qué se espera de mí como madre o como hermano o como amiga, y profundizamos sobre técnicas de escucha activa. Tampoco nos podemos olvidar de cómo se sienten las persona que han acudido a nosotros, porque ver que alguien a quien quieres no quiere seguir viviendo es muy duro. Por eso hablamos con ellos de cómo les afecta esta situación, de las emociones que les genera y de cómo gestionarlas. Y también disponemos de un grupo de ayuda mutua formado sólo por los familiares, que organiza sesiones mensuales».

Acompañament familia en ris de suïcidi

El papel de la familia y del entorno de las personas en riesgo de suicidio

Cuando una familia se dirige a vosotros, ¿en qué momento suele estar del proceso? ¿Qué crees que busca? 

«Cuando una familia se acerca a nosotros viene de una situación de agotamiento bastante importante, de una tensión sostenida en el tiempo provocada por el miedo a que su familiar haga una tentativa de suicidio o pueda hacerse daño y ellos no estén presentes, lleguen tarde o no sepan identificarlo. Generalmente, pues, vienen muy cansados, un cansancio muy característico de las situaciones de conducta suicida. Muchos nos explican, por ejemplo, que no duermen porque están pendientes de ir a la habitación de su familiar para comprobar que no han llevado a cabo un intento, o también que viven momentos de tensión en la comunicación. 

Y luego hay un elemento también común en todas las familias, que es que vienen con una información muy dispersa, muy desestructurada. Intentamos organizar un poco toda la información, todos los miedos y todas las situaciones que han vivido, para que puedan entender que todo lo que nos cuentan de esta forma tan desorganizada tiene una lógica, tiene una estructura y que todo está estudiado. Intentamos que salgan, como mínimo, con la sensación de que lo que están haciendo va en el camino correcto y, a partir de aquí, ordenar los pasos que deben seguir para acompañar a la persona en los momentos más críticos».

Esto rebate uno de los mitos más extendidos sobre el suicidio, que es que no se puede prevenir. ¿El suicidio se puede prevenir? ¿De qué manera?

«El suicidio es prevenible, pero no previsible. No podemos anticipar cuál será la conducta de nuestro familiar, pero sí podemos añadir elementos que serán fundamentales para la prevención, entre los cuales está el vínculo. Uno de los factores más importantes de riesgo del suicidio es el aislamiento, así que la vinculación de la persona que sufre con personas que la entiendan, que la comprendan y que le ayuden a hablar de los sentimientos y a desarrollar capacidad de afrontamiento és básica. Por lo tanto, la familia tiene un rol absolutamente necesario y crítico en la prevención del suicidio, junto a la ayuda profesional, por supuesto. Pero muchas veces los familiares sienten que no hacen suficiente, que no tienen las herramientas suficientes para hacer este acompañamiento. 

Hay que romper con algunas dinámicas para que los profesionales de la salud trabajen codo con codo con la familia y la persona atendida y las involucren en los planes individualizados de seguridad.

El cambio de paradigma en la prevención del suicidio es involucrar y empoderar a la persona en riesgo y a la familia en los planes individualizados de seguridad. Hay que romper con algunas dinámicas para que los profesionales de la salud trabajen codo con codo con la familia y con la persona atendida. Y en este sentido nos preguntamos: ¿Cómo puede ser que desde salud todavía cueste tanto que deriven personas a las asociaciones? Hace quince años mi madre hizo dos tentativas muy complicadas y muy duras y nadie nos llamó nunca para preguntarnos, involucrarnos, compartir e implicarnos en el proceso de recuperación. Y sin esta implicación del entorno no puede haber éxito en la prevención del suicidio. 

El suicidio se puede prevenir y, tal como avalan muchos estudios, con políticas muy activas de prevención en salud mental y de acompañamiento a las personas en riesgo de suicidio, se puede llegar al suicidio cero».

Hay unas 4.000 tentativas de suicidio registradas en hospitales en Cataluña cada año. ¿Qué políticas se pueden llevar a cabo dirigidas a este grupo en riesgo? 

 

«Nosotros atendemos a muchos familiares de personas que no han pasado por los sistemas de salud (un 20% según nuestros cálculos) y que, por tanto, no están registradas. Las políticas que se aplican están aún muy dirigidas a la parte de supervivientes, es decir, a la postvención del suicidio. Sí que es verdad que aquí en Catalunya hay varias iniciativas y que es pionera a la hora de establecer los protocolos y los planes de prevención del suicidio, pero aún tenemos a muchas personas, sobre todo las que realizan una tentativa o las que tiene un riesgo bajo o medio, para las que aún no hay las herramientas y los recursos necesarios. Para nosotros, una tentativa, una verbalización o una crisis es una oportunidad para vincular a la persona y a su entorno a planes de recuperación específicos y disminuir este riesgo a medio o corto plazo; para vehicularla a los servicios de atención específicos para estos casos y no, como sucede a menudo, a una atención general en salud mental.  Pero la verdad es que es un colectivo que todavía está poco acompañado». 

Judit Pons

Judit Pons Baños

Enfermera de Salud Mental. Referente de los programas de atención y prevención de la conducta suicida
Consorci Hospitalari de Vic

Sea como sea, ¿debemos hablar de suicidio?

«Sí, pero debemos hacerlo de manera adecuada, porque tampoco podemos negar que hay ciertas tendencias imitativas en la conducta suicida. A lo que nos referimos es a que cuando una persona siente malestar y tiene una ideación suicida, el hecho de no hablarlo no va a hacer que la persona deje de pensar en ello, mientras que si generamos este espacio para que la persona pueda abrirse y nos pueda compartir lo que siente, generamos una oportunidad inmensa de convencerla para que busque ayuda y para que vea otras alternativas a este sufrimiento o a este dolor que todos nosotros en algún momento podemos vivir o experimentar. Hablar es abrir una oportunidad, una alternativa al malestar de la persona. Però aún hay mucho miedo entre los profesionales educativos, sociales o incluso entre la familia al «¿y si digo algo que pueda desencadenar o ser un detonante?». Pero la familia siempre es un protector que de forma genuina está intentando acompañar, y eso es algo impagable».

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 9 de Septiembre de 2024
Última modificación: 9 de Septiembre de 2024

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También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.

Cuando Clara Rubio perdió a su madre por suicidio, hace más de quince años, se dio cuenta de la soledad que había experimentado la familia, no solo después de su muerte, sino durante todo el proceso previo. «Mi madre hizo dos tentativas de suicidio muy duras y a nosotros nadie nos llamó para preguntarnos, para compartir o para acompañarnos en el proceso de recuperación», no explica Clara cuando habla de las motivaciones que la impulsaron a crear, junto a otros familiares supervivientes, la Associació Catalana per a la Prevenció del Suïcidi (ACPS).

La familia o el entorno más próximo es uno de los pilares básicos en la prevención del suicidio. Partiendo de esta base, la ACPS acoge, informa, acompaña y da herramientas a las personas que conviven con alguien en riesgo de suicidio, para que su intervención sea un factor protector en este proceso complicado, largo, doloroso y a menudo agotador. Es una entidad pionera, que enfoca sus esfuerzos en la prevención y reivindica un trabajo conjunto entre los profesionales, la familia y la persona atendida.